Decirle adiós al último eslabón

Decirle adiós al último eslabón

Este fin de semana decidí no postergar más la limpieza de mi closet, especialmente esa área donde estaba toda esa ropa que asumía que no me quedaba más, pero que no había tenido el valor ni de verla. Al mismo tiempo decidí cambiar la ropa de temporada, para ser honesta, tenia terror de descubrir ¿qué me quedaría y que no?.  Porque aunque no voy a hablar de tallas, si te puedo asegurar que he subido de peso y de tallas varias, y aunque ya lo sabía me mantenía a distancia para no afrontar esa realidad ¿cuánto era el cambio?

Y mis temores se hicieron realidad mucha ropa tuvo que salir de mi closet, alguna de ellas me trajo recuerdos del TCA muy fuertes y de alguna manera sin darme cuenta esa ropa me mantenían atada a esa etapa; y  dejarla ir fue difícil, fue decirle adiós a toda relación con la anorexia, fue decirle adiós a la seguridad que me daban esas tallas, fue aceptar que esa no soy yo, fue soltar mi cuerpo «Ideal» (enfermo y casi muerto), fue nuevamente pasar por un duelo, aceptar el dolor, llorar y darme mucho amor.

Junto con ese duelo también me trajo muchos recuerdos de miedos que estuvieron ahí por años, falsas verdades de valor propio y de absurdas metas solo relacionadas con mi peso, mi talla, mi cuerpo. Y permitirme recordarlo y sentirlo me hizo caer en la cuenta que jamás quiero volver atrás, que ya no hay lugar para mi ahí en ese mundo, que de hecho me siento incapaz de hacerme tanto daño y eso de cierta manera también duele «Porque se acabo la guerra con mi cuerpo, no puedo pelear más, me rindo y saco la bandera de la paz»

Después de hacer mi proceso de duelo, de sentir, de berrinche, de enojo, de tristeza, le doy Gracias a Dios por siempre mantenerme en su palma, por nunca soltarme y por darme la gran oportunidad de Vivir, por poner caminos muy obscuros en mi vida, por todos mis errores y mis aciertos y por su incondicional amor!!  Hoy soy la misma Karla pero con ojos que pueden ver, oídos que pueden escuchar y un corazón que puede amar.

Definitivamente el proceso de sanación es un proceso constante y de día a día, casi creo que será interminable porque mientras haya vida habrá cosas que sanar, dejar ir y crecer. También aceptar que cualquier cosa puede detonar aquellos miedos con los que solía jugar, sin embargo aprendí a escucharlos, a reconocerlos y a soltarlos sin enojo y mucha compasión.

Solía decir «Llegaré flaca a la tumba» hoy digo «Viviré antes de llegar a la tumba».

Ultimamente me gusta dar consejos aunque no me los pidan (lo siento), si estas sanado abrazarte mucho y si ya sanaste abraza a otros que están en el proceso, ningún viaje a la recuperación es el mismo sin embargo la capacidad de vivir la empatía y la compasión entre quienes lo hemos experimentado es básico y fundamental para ayudar a otros.