¿De que tienes hambre?

¿De que tienes hambre?

¿De qué tienes hambre?

Esta puede y suele ser una pregunta cotidiana, incluso se podría tomar como una pregunta simple de responder, sin embargo, para mí y muchos que hemos pasada por un Trastorno de la Conducta Alimentaria, definitivamente no cae en el territorio de lo simple y no solo porque en muchas ocasiones no sabes verdaderamente de que tienes hambre y otra veces porque te avergüenza tener hambre y específicamente, tener hambre de eso a lo que le temes, también hay una angustia de responderte a ti o a los demás de manera incorrecta.

Por lo anterior, decidí basar este blog en esa pregunta, la cual, está muy ligada a la lectura que estoy realizando actualmente «Eating in the light of the moon”, por cierto, es un libro 100% recomendado, volviendo a la pregunta, ¿De qué tienes hambre? Simplemente me gustaría ampliarla, ¿de que tienes hambre cuando tienes un TCA?

Voy a pedirte que te imagines que eres el capitán de un barco, yo había pensado del TITANIC, pero tu imagínate el barco que quieras, y justo estás en medio del océano y comienzas a ver algunas estructuras de hielo que salen a la superficie, sabes que son icebergs y has escuchado y leído que son peligrosos, sobre todo si te acercas demasiado. Entonces como todos sabemos la historia de mi Barco, tratamos de evitar la parte del iceberg que vemos al exterior, y sin esperarlo el barco se balancea y sentimos que hubo un choque, aunque fue sorpresivo, no sabemos la magnitud del daño, seguimos navegando y como te dije en un principio hay más icebergs, y yo tengo que decidir qué hacer, porque ahora sé que con evitar la parte de la superficie no es suficiente, entonces comienzo a preguntar a mis compañeros, comienzo a sacar los libros y cada vez me acerco más, mientras escucho y sigo consejos, algunas veces voy chocando y otras no. Sin embargo, cada vez el miedo y la incertidumbre se apoderan más de mí; porque sé que el barco en el que navego, está muy lastimado ahora y que cada choque que suceda puede ser fatal. 

No puedo ver en su totalidad a lo que me enfrento, así que empiezo a imaginar cómo será el siguiente, empiezo a poner imágenes y crear teorías que me ayuden a sentirme más segura, pero no funciona, aun cuando trato de evitar los icebergs del exterior, prediciendo la parte que no veo para evitarlos, termino chocando en contra de ellos. El barco no puede más y se comienza a hundir de apoco. 

Muchos dicen que es caso perdido, que no hay forma de salir de este mar lleno de icebergs, que mejor me cambie de barco, que le integre más adaptaciones para que pueda navegar adecuadamente. Yo no sé qué hacer, mi barco está mal y la única culpable soy yo por no saber navegarlo. ¿Cuál será la solución? ¿Tú qué harías?, te cambias de barco, te rindes, lo reparas en el exterior. No hay respuestas adecuadas, sin embargo, me gustaría hacer reflexión en lo siguiente; por un lado, cuando nos enfrentamos al primer iceberg y nos lastimó, nos enfocamos en el objeto que nos lastimó, más no en la herida que surgió a partir de ahí. Después, nuestra misión de vida fue evitar los icebergs, sin nuevamente voltear a ver los daños que se seguían sumando. Pedimos consejos a muchos barcos que a lo mejor estaban en la misma situación y se había vuelto expertos en icebergs y como evitarlos, pero no sabían tampoco como mirar las roturas y golpes que las embarcaciones tenían. Hasta que nuestro barco no pudo más y llegamos al punto que teníamos que abandonarlo o definitivamente repararlo. 

Si decides abandonarlo será una forma rápida de sobrevivir, no sencilla porque tendremos que adaptarnos a navegar el nuevo barco y no olvides los icebergs seguirán ahí. 

Si decides repararlo eso implicará tiempo, muchas emociones, parar tu navegación por un tiempo, tal vez bajarte del barco por un tiempo o incluso tener que pedir ayuda para jalar tu barco a tierra firme y poder repararlo ahí. Y este momento de reparación también nos dará luz para poder entender qué tipo de heridas, de roturas, de golpes, de daños el barco tiene, cuales son reparables, cuales partes se tienen que cambiar y también cuales partes se tienen que reforzar o suavizar, cuales partes se tienen que aligerar y cuales alargar, estaremos entiendo nuestro barco y sus heridas.

Estaremos entendiendo que la punta de esos icebergs en realidad no nos dañaban como pensábamos, que incluso sin ellos seríamos incapaces de ver el peligro, nos enseñaron a ver que hay mares llenos de esas estructuras y que por más que tratemos de evitarlos en algún momento habrá una colisión, entonces comenzamos a aceptar su existencia y más bien comenzamos a habituarnos a su presencia, y también entendimos que no podemos seguir navegando cuando nuestro barco está dañado, que más importante que todo es atender desde el interior de nuestra embarcación, esas partes rotas y lastimadas, conocer su profundidad, la causa y repararlas. Y algo transcendental que también siempre podremos decidir una vez listo y reparado nuestro barco, buscar mares con menos icebergs, porque seguramente los hay. 

Cuando te pregunto de que tienes hambre, te pregunto de que verdaderamente tienes hambre, no te invito a que te quedes solo viendo la punta de los icebergs, ni siquiera te invito a que trates de descubrir que son todas esas cosas que te han lastimado, más bien te invito a ver qué es lo que necesita tu barco desde adentro para reparar todas las heridas que te han hecho concentrarte en la punta, en la comida y el cuerpo.

Cuando tenemos un TCA no tenemos hambre de comida solamente, tenemos hambre de aceptación, de valoración, de compasión, de perdón, de paz, de entendimiento, de descanso, de acompañamiento, de estar presentes, de verdad, de seguridad, Tenemos hambre de nosotros. 

Muchos años me enfoque en recuperarme, tratando de comer adecuadamente lo que se entienda por adecuado, sanamente, haciendo todas las comidas, haciendo ninguna comida, comiendo los consejos de todos los demás y la comida se convirtió en uno de los focos de mi recuperación. El otro fue mi cuerpo y el descontento que sentía por él, si mi cuerpo me gustaba me sentía bien, si mi cuerpo se veía mal a mi parecer o recibía comentarios o me comparaba y perdía la comparación, entonces el desborde emocional venía para encontrar a mi más letal amigo, la anorexia, para poner orden a lo que parecía mi desorden. 

Entre comida y cuerpo estaba mi atención, eso no quiere decir que no sintiera claro que sentía, claro que me dolía, claro que por ratos me quería morir, pero siempre llegaba mi traicionera salvadora, a poner manos a la obra para arreglar mi desmadre, la anorexia, la bulimia o el atracón, los reparadores más fraudulentos que puedan existir. Y terminaba pensando que solo tenía hambre de comida y que esa era mejor no escucharla o si acaso la escuchaba era mejor sacarla lo más pronto de mí, ya sabes para no ponerme mal por mi reflejo en el espejo. 

Entiendo y no estoy diciendo que la comida física, el alimento que nutre nuestra corporalidad no sea importante, es de hecho muy importante e indispensable para recuperarte de cualquier cosa, más aún de un TCA. No hay manera de hacer las paces con tu cuerpo y la comida, sin comer alimentos libremente, sin reglas alimentarias sin restricciones. Pero también es cierto que, para poder dejar las restricciones atrás y vivir libre de un trastorno alimentario, necesitas saber ¿de qué tienes hambre? en todas sus formas, colores y dimensiones.

Y la única manera de responder honestamente esa pregunta, es haciendo un viaje dentro de ti, reconociendo lo que te duele, lo que te ha herido, lo que has carecido, lo que has esperado. Ese reconocer es el primer paso, pero aun así no es suficiente porque el reconocer todas estas cosas no te hace libre. Solo trae a flote tus cadenas. 

El siguiente punto es obtener las herramientas que te ayuden a ir abriendo esas cadenas, es sanar tu pasado viviendo en tu presente y conectando con tu futuro, y esto es algo que de manera personal me siento motivada a explicarlo, porque no creo que quedarse en el pasado ayude por mucho tiempo, de hecho habrá muchas cosas del pasado que no podamos sanar, y a veces tarda años sanar esas heridas tan profundas, y sinceramente cada día que pasas en anorexia, bulimia o en el atracón, es una herida más a tu pasado. 

El presente es tan importante como el pasado, el moverte a acciones concretas ligadas a esa mejor versión de ti que quieres construir, el detenerte por años, puede funcionarles a algunas personas, personalmente no me funciono a mí, solo me hundí más en el TCA. ¿Quiero sanarme hoy? Ese era mi grito, también quiero sanar heridas si, y quiero ver al futuro, pero ¿quiero salir hoy de este TCA?

El coaching fue esa salida para mí, porque si bien hizo visible lo invisible, también me dio autonomía y pude decidir por mi recuperarme, en lugar que alguien empujará mi proceso, yo misma, a través de la consciencia y de la intencionalidad de mis acciones, fui logrando salir de ese mar lleno de icebergs, también hoy en día, sigo creando nuevos caminos neuronales que me ayuden a reaccionar diferente a patrones pasados y me den la seguridad, que aunque no estoy en la más plena armonía, en el lugar que estoy hoy es mucho mejor que el que estaba ayer.

Es importante mencionar que hoy en día no estoy sana de todas mis heridas, tengo mucho trabajo interno por hacer y que realizo día con día, tengo tantos tropiezos cada día ligados a las carencias de mi pasado, pero no puedo detenerme a sanar eso para construir un futuro y por supuesto menos para confiar que puedo y merezco crear una versión de mi más compasiva y armónica. 

La pregunta ¿de qué tienes hambre?, te invita a voltear a tu pasado y mirar a esa dimensión del futuro que no existe pero que puedes construir en tu presente. También te hace voltear la mirada a la verdadera esencia de tu hambre espiritual y emocional y darte cuenta que el Trastorno de la Conducta Alimentaria, te ha mantenido sedado con inyecciones de hambruna y atracón, y más allá de calorías, macronutrientes, nutrición o estética, estamos restringidos de nosotros mismos. 

Y te pregunto a ti ¿De que verdaderamente tienes hambre en tu interior? me encantaría escucharte. 

Coach: Karla A. Manzanilla

Editor de Estilo: Sergio Manzanilla